ACTIVIDADES
¿Hay vida (inteligente) después de la crisis?
"Hay vida después de la crisis. El economista observador" de José Carlos Díez, Plaza Janés.
Miércoles 3 de diciembre, 19.00: presentación del libro y coloquio con el autor.
¿Hay vida (inteligente) después de la crisis?
"Hay vida después de la crisis. El economista observador" de José Carlos Díez, Plaza Janés.
Miércoles 3 de diciembre, 19.00: presentación del libro y coloquio con el autor.
El miércoles 3 de diciembre, a las 19.00, José Carlos Díez presentará en Librería Muga su libro Hay vida después de la crisis, acompañado del economista Juan Carlos Sánchez, antiguo compañero del autor en la Universidad de Alcalá. Alguien podría decir, si ha estado un poco despistado los últimos años, que José Carlos Díez es un economista mamporrero que han contratado los medios de comunicación afines al bipartidismo para atacar las propuestas económicas que vienen desde el entorno de la izquierda anticapitalista. Alguien lo dirá, de hecho, aunque no sea un despistado... Pero este "economista observador" es mucho más que eso: la legítima polémica que sostiene con las propuestas que surgen de la izquierda social y política de nuestro pais es sólo la punta del iceberg de su discurso. Basta con leer ahora, un año y medio después de su publicación, su libro Hay vida después de la crisis. Porque dieciocho meses, en medio de la mayor crisis económica global desde hace ochenta años, es molto longo. Y que sus planteamientos de 2013 puedan seguir sosteniéndose en 2014 es un milagro... o quizá la constatación de un fracaso.
¿Por qué decimos la constatación de un fracaso? Precisamente porque la parte más importante del análisis sigue siendo válida meses después: la crisis de deuda no se ha modificado significativamente porque no se han dado pasos en el sentido de la mutualización de la deuda en la Eurozona (aunque parece que empieza a haber señales de vida inteligente...); no han aparecido los eurobonos, aunque las intervenciones del Banco Central Europeo han dado cierta consistencia a los países más afectados como España; la "trampa de la liquidez bancaria" sigue a la orden del día puesto que el ciclo del dinero acaba en la sucursal de la oficina bancaria sin que acabe llegando a las familias y a las empresas, etcétera... De hecho, algunas cosas han empeorado, como el propio José Carlos Díez ha señalado en sus intervenciones de los últimos meses. Obsesionados por la austeridad, las políticas económicas impulsadas por los países del norte de Europa nos acercan cada vez más al peligro de una nueva deflación, un término demasiado técnico pero cuyas consecuencias son sencillas de explicar: si llegamos a ese punto, baja el precio de los bienes y servicios, en consecuencia no hay o se frena el crecimiento económico para pagar la deuda, si no se paga la deuda, no hay financiación, y si no hay financiación, no puede haber crecimiento económico. La expresión "círculo vicioso" probablemente la inventó un economista para hablar de estos procesos. Hasta que no le suban el salario a los alemanes, insiste una y otra vez José Carlos Díez, nada cambiará. Hasta que en Europa no se hagan políticas expansivas, al estilo de la administración Obama, no se verá la luz al final del tunel.
La cuestión es... ¿cómo puede ser que se irrite tanto con las propuestas económicas de la izquierda anticapitalista en España? ¿No debería acaso irritarse mucho más con la inacción del poder político y económico europeo y su incapacidad para afrontar y explicar los riesgos y los costos? Porque hay algo que los separa fundamentalmente y, en mi opinión, es un debate legítimo sobre el cual es lógico que se defiendan opiniones encontradas: mientras unos cargan sus razones sobre la necesidad de generar un poder político en el Estado capaz de tomar decisiones urgentes y prioritarias, de manera unilateral si fuera necesario, con la legitimidad que ofrece el cómun, el pueblo, la gente o como se le quiera llamar... otros, como José Carlos Díez sostienen que el centro de las decisiones económicas ya no se sitúa solamente en las instituciones de los estados, que no está ya exclusivamente alrededor de una mesa en la que se podrían sentar todos los actores. Que eso sea bueno o malo no es el problema, insistirá el economista, simplemente es el dato del que hay que partir. Y que iniciar un ciclo de voluntad e ilusión, desprovisto de cualquier otra reflexión más sólida sobre la lógica de los mercados financieros, sólo puede llevar al desencanto. ¿A un desencanto mayor que este en el que nos encontramos, le responderán? Sí, contestará sin dudarlo José Carlos Díez.
¿Por qué decimos la constatación de un fracaso? Precisamente porque la parte más importante del análisis sigue siendo válida meses después: la crisis de deuda no se ha modificado significativamente porque no se han dado pasos en el sentido de la mutualización de la deuda en la Eurozona (aunque parece que empieza a haber señales de vida inteligente...); no han aparecido los eurobonos, aunque las intervenciones del Banco Central Europeo han dado cierta consistencia a los países más afectados como España; la "trampa de la liquidez bancaria" sigue a la orden del día puesto que el ciclo del dinero acaba en la sucursal de la oficina bancaria sin que acabe llegando a las familias y a las empresas, etcétera... De hecho, algunas cosas han empeorado, como el propio José Carlos Díez ha señalado en sus intervenciones de los últimos meses. Obsesionados por la austeridad, las políticas económicas impulsadas por los países del norte de Europa nos acercan cada vez más al peligro de una nueva deflación, un término demasiado técnico pero cuyas consecuencias son sencillas de explicar: si llegamos a ese punto, baja el precio de los bienes y servicios, en consecuencia no hay o se frena el crecimiento económico para pagar la deuda, si no se paga la deuda, no hay financiación, y si no hay financiación, no puede haber crecimiento económico. La expresión "círculo vicioso" probablemente la inventó un economista para hablar de estos procesos. Hasta que no le suban el salario a los alemanes, insiste una y otra vez José Carlos Díez, nada cambiará. Hasta que en Europa no se hagan políticas expansivas, al estilo de la administración Obama, no se verá la luz al final del tunel.
La cuestión es... ¿cómo puede ser que se irrite tanto con las propuestas económicas de la izquierda anticapitalista en España? ¿No debería acaso irritarse mucho más con la inacción del poder político y económico europeo y su incapacidad para afrontar y explicar los riesgos y los costos? Porque hay algo que los separa fundamentalmente y, en mi opinión, es un debate legítimo sobre el cual es lógico que se defiendan opiniones encontradas: mientras unos cargan sus razones sobre la necesidad de generar un poder político en el Estado capaz de tomar decisiones urgentes y prioritarias, de manera unilateral si fuera necesario, con la legitimidad que ofrece el cómun, el pueblo, la gente o como se le quiera llamar... otros, como José Carlos Díez sostienen que el centro de las decisiones económicas ya no se sitúa solamente en las instituciones de los estados, que no está ya exclusivamente alrededor de una mesa en la que se podrían sentar todos los actores. Que eso sea bueno o malo no es el problema, insistirá el economista, simplemente es el dato del que hay que partir. Y que iniciar un ciclo de voluntad e ilusión, desprovisto de cualquier otra reflexión más sólida sobre la lógica de los mercados financieros, sólo puede llevar al desencanto. ¿A un desencanto mayor que este en el que nos encontramos, le responderán? Sí, contestará sin dudarlo José Carlos Díez.
"A menudo los economistas somos como aquellos aficionados a las corridas de toros que critican al torero. Desde el tendido las cosas se ven con más tranquilidad que desde la arena. Pero los que se juegan la vida delante del toro son los toreros, y en economía, quienes se la juegan son los políticos. A lo largo de mi vida profesional me ha tocado tomar decisiones y asumir riesgos, primeros en los mercados financieros y más tarde en empresas. Y de ello he aprendido dos cosas: la primera es que hay que respetar a los que asumen los riesgos. La segunda es que si detectas un problema, tienes que proponer también la solución. Por desgracia, los economistas respetamos muy poco a los que cargan con los riesgos y somos especialistas en detectar problemas para los que muchas veces no sabemos la solución. Y encima luego culpamos a los políticos de no haberla encontrado."En el párrafo anterior se recogen con total transparencia los motivos por los que hemos invitado a José Carlos Díez a venir a Vallecas. Alguien capaz de dejar escrito eso en un libro en la España de la Gran Recesión, de la Corrupción y de la Segunda Transición merece, al menos, ser escuchado.
You have touched some good factors here. Any way keep up writing.
ResponderEliminarMy brother suggested I might like this website.
ResponderEliminarHe was totally right.