LUNES 27 DE MAYO DE 2013

PARATIEMPOS
La nueva paternidad como comedia
A PROPÓSITO DE A PROPÓSITO DE ABBOTT  de Chris Bachelder (Libros del Asteroide, 2012)


 “El que tiene esposa e hijos ha dado rehenes a la fortuna; pues son impedimentos para las grandes empresas, tanto virtuosas como malignas. Cierto es que las mejores obras y los mayores méritos para el público han procedido de los hombres solteros o sin hijos, los cuales, tanto en afecto como en medios de acción se han casado con el público”   Francis Bacon, en La sabiduría egoísta

Para bien o para mal, miles de jóvenes varones ambiciosos desoyen a diario la amarga advertencia de Bacon y se enrolan apasionadamente en la paternidad. En pocos días los veremos pasear sus carritos con bebé por la feria del libro del Retiro, con sus camisetas manchadas de potito y su barba mal cortada; guapos y desgarbados, apurando los diez minutitos de siesta del bebé para ojear las novedades de novela negra y cómic.


¿Hay una figura más tierna e irresistible en el actual paisaje urbano que la del padre joven e inexperto, aplicado y torpe al cuidado de niños pequeños? Todas las señoras le sonríen y todas lo quieren ayudar. En la tierna torpeza de su empeño late esa renuncia tácita a “las grandes empresas, tanto virtuosas como malignas”.

Ya se sabe: antes, mientras las mujeres criaban a los hijos, los hombres estaban trabajando o viendo el fútbol o en el bar o haciendo política, dinero o fama…en todo caso, de pañales, biberones, papillas y arrumacos sabían poco y nada. La cultura de la “igualdad” y el reparto de tareas entre hombres y mujeres han avanzado ya tanto que la figura del padre dedicado o padre “maternal” está legitimada y generalizada. La ciudad ha ganado esa simpática nueva figura: el padre tierno y despistado, esforzándose por hacer bien algo que va contra una educación inconsciente de siglos.

¿Pero es cómoda esta figura? ¿Es sólo admirable o además es ridícula? ¿Es graciosa? ¿Es triste? ¿Por qué? A propósito de Abbott juega con estos interrogantes y los desarrolla con gracia y agudeza. Es una especie de diario/novela de un padre joven, culto, fantasioso y obsesivo al cuidado de una niña de dos años, casi en exclusividad: su mujer está embarazada y apenas se mueve de la cama, él está de vacaciones, no tiene excusa. Abbott se encarga de todo y todo produce gags hilarantes y reflexiones ácidas propias de una neurosis hiperlúcida.

Lo mejor del libro de Bachelder es que al mismo tiempo que explota esta figura de la “nueva paternidad” -aprovechándose  de su efectividad cómica para tejer una novela divertida hasta la carcajada-, no deja de reflexionar sobre sus zonas sombrías, desarrollando una especie de catálogo tragicómico de situaciones y sentimientos propios de la nueva crianza.

“Como tantos otros antes que él, Abbott descubre, después de casado, que el matrimonio es una lucha (clínicamente, una negociación) por ver cómo se reparte el Mal Humor. Un matrimonio, sobre todo un matrimonio con hijos, no puede funcionar bien si ambas partes andan de mal genio; por lo tanto, el Mal Humor es un privilegio del que no pueden gozar los dos cónyuges a la vez. ¿A quién se le permite estar de Mal Humor? Esto se convierte en una lucha cotidiana. En una Unión Perfecta, el Mal Humor se distribuye de forma ecuánime, como el cuidado de los niños o las tareas domésticas. Hay una custodia compartida del Mal Humor. Si un cónyuge se pasa todo un fin de semana rezongando, el otro puede hacerse cargo del Mal Humor entre semana. Si uno de los dos se encuentra abatido durante el desagradable período que va del día de Navidad al de Año Nuevo, el otro puede reclamar para sí el de Acción de Gracias, Pascua y el Cuatro de Julio. Sin embargo, en un matrimonio normal, uno de los miembros tiende a adueñarse de ese estado de ánimo de forma desproporcionada. A este fenómeno se le denomina Acaparar el Mal Humor” 
Chris Bachelder en A propósito de Abbott, Libros del Asteroride, 2012, pp.47-48

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