Who loves the sun
OLVIDADOS AL SOL: UNA SELECCIÓN DE
LECTURAS REFRESCANTES PARA EL LARGO Y CÁLIDO VERANO
Trabajo en una
biblioteca, y todos los años por estas fechas empiezan a llegar los lectores esnobs
de verano: la chica que me dice que va a pasarse agosto leyendo —peor, releyendo—
el Ulises, una amiga que se lleva El Quijote para la piscina,
el tío que insiste en que estas vacaciones por fin lee a Faulkner. Venga ya, ¿El ruido y la furia mientras
estás tostándote en una playa de Cádiz? No way! Supongo que habrá
quien disfrute de lecturas densas y profundas durante la canícula, pero no es
mi caso; para mí, densidades y profundidades a partir de octubre. Mi verano es
como el que cantaba Objetivo
Birmania: desidia al borde del mar, y sardinas, y cerveza, y olas, y rock festivo y pop luminoso; necesito lecturas
entretenidas y absorbentes que me transporten bien lejos de los niños gritones
o de los jugadores de palas, y —muy importante, porque paso del libro
electrónico— de un calibre que pueda sostener mientras estoy tumbado en la
toalla. Así que, por si compartís mi visión del verano, os ofrezco un surtido de
lecturas estivales reales. Satisfacción
garantizada.
Todo
oscuro, sin estrellas, de Stephen King
Desde
que en el verano del 86 leí la desoladora historia de Carrie White, para mí
decir verano equivale a decir Stephen King. Este Dickens moderno, con
su increíble talento para la construcción de personajes y para la narración en
cualquier género, se encuentra en su madurez como escritor. Su último libro, 22/11/63, es magnífico (Neil Gaiman lo ha definido perfectamente:
en parte novela histórica, en parte historia de amor y, en todo momento, una meditación
sobre la naturaleza del tiempo), pero son novecientas páginas en tapa dura, así que dejadlo para el otoño y meted en la maleta este otro; cuatro
novelas cortas en las que explora los rincones más oscuros del corazón humano y con
las que confirma que sigue siendo El Rey de los narradores norteamericanos.
La ternura de los lobos,
de Stef Penney
El
extraordinario debut de esta escocesa merecería su propio Olvidados; este relato de la búsqueda de un niño desaparecido en
los bosques de Canadá a mediados del siglo XIX es uno de mis libros favoritos
de los últimos años. Es a la vez una novela de intriga, una novela histórica, un
western, un viaje emocional de unos personajes inolvidables en busca de afecto y de sentido y, por encima de todo, una historia de amores imposibles y secretos incomunicables. Todo ello escrito en una hermosísima
prosa lírica, con una madurez narrativa y una comprensión de la condición
humana asombrosas.
Juliet,
desnuda, de Nick Hornby
Los libros de Hornby son muy adecuados para el
verano por su estilo ágil y desenfadado, sus historias amenas y entretenidas y
sus personajes cercanos y conmovedores. En Juliet,
desnuda, como en Alta fidelidad,
mezcla hombres inmaduros, mujeres infelices y música pop; el resultado es una
obra inteligente y agridulce sobre la soledad de las parejas, rupturas y
renacimientos, y una lúcida reflexión sobre los artistas, el arte y su
importancia en nuestras vidas.
Tú y yo, de Niccoló Ammaniti
Esta
pequeña joya de poco más de cien páginas —prácticamente un guión
cinematográfico— es una novela de aprendizaje que cuenta la historia de
Lorenzo, un adolescente que decide pertrecharse durante una semana en el sótano
de su casa a causa de una mentira que ha dicho a sus padres. Una bella y
desgarradora visión de la adolescencia a cargo de Niccoló Ammaniti, uno de los
descubrimientos de Muga de este año.
Expedientes, de Kate Atkinson
Ya os
recomendé Esperando noticias aquí,
pero si no habéis leído ninguna novela del detective Jackson Brodie deberíais
empezar por esta, la primera. Las policiacas de Kate Atkinson, llenas de
personajes atractivos, tramas ingeniosas y desenlaces satisfactorios son
perfectas para el verano.
Falsa identidad, de Sarah Waters
Lo
mismo vale para las novelas históricas de Sarah Waters. Aquí
os hablé de El ocupante. Falsa identidad es entretenidísima y
tiene uno de los giros argumentales más sorprendentes que vais a leer en
vuestra vida.
Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, de Michael Chabon
¿Es
posible mezclar en un libro magia, superhéroes y escapismo, trasladar el Gólem
de Praga, luchar contra los nazis y salvarle la vida a Dalí en una fiesta
delirante? Claro que sí, si tienes el increíble talento y la imaginación sin
límite de Michael Chabon. Una grandiosa novela sobre los Estados Unidos de
mediados del siglo XX, y un sentido homenaje a sus cómics y a los jóvenes
genios que los crearon.
Bobby Logan, de Miguel Ángel Oeste
En su
interesantísima ópera prima Miguel Ángel Oeste narra, con prosa lírica y
tono melancólico, la historia marcada por la fatalidad de los Chicos de la
Playa, un grupo de amigos del barrio malagueño de Pedregalejo que se
emborrachan cada fin de semana en la discoteca Bobby Logan y que tienen en el
surf su válvula de escape. Un bello y descarnado relato sobre el final de la
juventud y de la inocencia. Para leer en la playa al atardecer con Nick
Drake sonando en vuestro iPod.
¿Cómo?
¿Faulkner? ¿No hemos quedado en que no era lectura de verano? Bueno, pero este
es un Faulkner accesible —fue su intento de hacer ficción comercial—; si de verdad estas vacaciones queréis acercaros al universo faulkneriano, Santuario es una inmejorable puerta de entrada. Además, conoceréis al gánster Popeye, uno de los
grandes malvados de la historia de la literatura. Esta negrísima novela,
alegoría del mal y de una sociedad podrida hasta la médula, suele ser considerada una obra menor de su autor; creedme, no lo es.
El
pasaje, de Justin Cronin
Vale, este es un tocho, pero ya podéis encontrarlo en bolsillo y es veraniego cien por
cien. Estamos en un futuro post-apocalíptico
cercano, y toda la Tierra está ocupada por vampiros zombis llamados “virales”...
¿Toda? ¡No! Un puñado de irreductibles supervivientes resiste todavía y siempre
al invasor. Y su única esperanza radica en una niña inmortal de Iowa llamada
Amy... Un fascinante viaje a medio camino entre Apocalipsis de Stephen King y Soy
leyenda de Richard Matheson. En otras palabras: un regalo de los dioses
para las vacaciones.
Leyendo tu comentario, a quién no le entran ganas de bajarse a la playita, con su libro de verdad, (en papel de toda la vida), lejos de los que juegan a las palas y de los que practican voley (qué horror). Me alegra comprobar que coincidimos, al menos, en un libro, Tú y yo lo tengo comprado hace varios meses y aún no le he metido mano, quizás lo empiece en la playa, entre ola y ola del atarceder, justo antes de quedar con los amigos para ir a Bobby Logan ...... Gracias por marcar el camino.
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