Natalia Ginzburg contra el orgullo de ser
A PROPÓSITO DE LOS FESTEJOS DEL DÍA DE LA MUJER
Cada año, cuando llega el día de la mujer me acuerdo de Natalia Ginzburg. Me acuerdo primero, por la avalancha de testimonios conmovedores de mujeres "luchadoras" que han tenido que abrirse paso y hacerse respetar en entornos hostiles. Ginzburg bien podría ser un paradigma de esas mujeres: su marido fue asesinado durante la guerra y ella quedó sola a cargo de cuatro hijos pequeños, sin tener una carrera ni nada parecido y no solo salió adelante sino que se convirtió en una editora, periodista y escritora de gran renombre en un medio dominado por hombres y, lo más difícil, llegó a dirigir el PC italiano... siendo mujer. Pero no sólo la recuerdo por eso cada 8 de marzo, sino por uno de sus geniales artículos de opinión, escrito en 1975 y titulado Las razones del orgullo que recoge cierta sensación de extrañeza o absurdo ante algunas exageradas parrafadas reivindicativas que se escuchan en días como el de la mujer. Les dejo un fragmento:
“En los movimientos femeninos me parece sumamente erróneo el espíritu de competición con el sexo opuesto y el espíritu de orgullo. La frase ser mujer es bello no tiene ningún sentido. En realidad, ser una mujer no es ni bello ni feo, o bien son las dos cosas, lo mismo que ser un hombre. Es erróneo descubrir unos motivos de orgullo, o unos motivos de humillación, en el propio nacimiento u origen o en la propia condición humana. Con respecto al hecho de ser judíos, es tan erróneo sentirse avergonzados como vanagloriarse de ello. Con respecto al hecho de ser homosexuales, es tan erróneo sentirse avergonzados como sentirse orgullosos de ello. La actitud correcta es sentir una absoluta indiferencia ante la propia condición humana. Una de las cosas que hoy más envenenan el mundo es la retórica construida sobre simples condiciones humanas.”
En Ensayos, Lumen, 2009.
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