JUEVES, 22 DE MARZO DE 2012

LECTURAS AL PASO
La distancia inadecuada
SOBRE ALIMENTOS PARA MOSCAS.

      "Me he acercado, durante mucho tiempo, más del que realmente hubiera deseado, a la forma en que estos hombre dicen necesitarse. Cómo se miran insaciables y permanecen tan quietos, sumándose en un abrazo a eso que tiembla al otro extremo, para contar un oído no importa que mundo."


     Alimento para moscas narra en primera persona el estudio que emprende un entomólogo del comportamiento del más común de los mosquitos, los nematóceros. Convencido de que los insectos acabarán por recuperar el dominio de un mundo que el hombre les ha arrebatado, se convierte en investigador y cobaya para averiguar las claves de su comportamiento individual y social. El entomólogo se encierra en un pabellón adyacente a unas cuadras, crea las condiciones de humedad y calor precisas y usa su propio cuerpo como alimento y cobijo para el desarrollo de las nidadas. En manos de Stephen King, este argumento se hubiera convertido en un clásico del terror.



    "En realidad no hay mundo que contar, todo está desde un principio ya dicho, solo resta calcar las maneras. Existen divertimentos calculados, nombres repetidos en todos los rincones, una misma forma amable de palmearse las espaldas. Todo está ahí, ni siquiera hace falta mirar. Uno alza la cabeza y sabe quién le aguarda, extiende una mano y alguien corre a estrecharla, levanta un brazo y otro se cobija debajo. Aquí nadie está solo, porque el miedo existe, y es de largo aliento. Familiar, doméstico, afianza los abrazos. Por eso el mundo aquí está hecho de cosas pequeñas e indemnes; artilugios mínimos que apuntalan las vidas, metódicos y seguros como en definitiva todas sus acciones. Que nadie aquí es nada, si nada hace".


     Con la precisión del naturalista, la observación en Alimento para moscas se va deslizando desde el comportamiento de los insectos al de las personajes que viven en el entorno del experimento. A las personas reales que inspiraron esos personajes, dedica Jon Obeso el libro, a los habitantes de unos valles de Navarra: Allín, Guesálaz y Yerri. Supongo que por allí no estarán muy contentos cuando lean el libro. Porque desde la perspectiva de un entomólogo, insectos y personas no parecen tan diferentes. Desde la distancia adecuada, o esa sensación me deja el autor, los comportamientos de los humanos no parecen manifestar características superiores o más trascendentes al de otros organismos vivos. Desde la distancia adecuada, las personas no hacemos más que reproducir con los otros las pautas que llevamos dentro, desde el nacimiento hasta la muerte.

    "No hay hombre aquí que no se rinda y claudique ante una repetida imagen, un mismo rostro del miedo, esa que los anima cada mañana a cubrir la distancia que va de él al otro, por ver si sus dominos siguen intactos, y todavía suyos. Todas esas gentes se dicen las cosas con la mayor de las arrogancias. Nadie como los que se han dejado atrapar por este lugar ha asumido de manera tan espontánea la amenaza que siempre les supone el otro. En este lugar solo viven verdugos. Se habla para derribar. Se abrazan por ver todo lo blanda que pueda ser la piel del adversario. En este lugar nada como el miedo ha logrado hacer tantos estragos, devastar el carácter con tan sobrada eficacia. Estas gentes golpean sin mirar, en todas direcciones, no vaya ser que hayan, sin ellos saberlo, descuidado algún flanco. Se gobiernan y actúan con una determinación que raya la inconsciencia. La satisfacción, el poder segregado después de la labor de cada jornada, no logra ocultar una enraizada aprensión. A pesar del aparente dinamismo de estas gentes, la determinación con la que desempeñan sus oficios, la repetición entusiasta de las labores de todos los días, podría decirse que conforman un mundo extraordinariamente quieto, de una quietud casi animal, como de todas estas yeguas contra las paredes de sus cuadras, aterrorizadas ante la inminente embestida del simulium. Podría decir que estos hombres se odian, pero no sería cierto. Solo odia aquel que se para un instante para observar, y estos hombres no se paran, continúan y se esquivan torpemente".

     Después de leer Alimento para las moscas necesito eliminar encontra una distancia distinta y recibir una dósis de genuinas pasiones humanas: diversión, aburrimiento, drama, comedia, sexo, odio, amor... ¿Me recomendáis algún libro? 



Alimento para moscas, de Jon Obeso. XVII Premio Lengua de Trapo de Novela.

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