"Abecedario de pólvora" de Yordan Radíchkov

LECTURAS AL PASO
Un alquimista búlgaro
Sobre Abecedario de pólvora de Yordan Radíchkov (Automática Editorial).    

   No sólo lo que sabemos que nos falta nos convierte en pobres. También nos recuerda nuestra pobreza encontrarnos de vez en cuando con objetos que estaban a nuestra mano y que por prejuicio, por falta de atención en la mirada o por falta de tiempo pasan desapercibidos. En el caso de los libreros, nos pasa habitualmente, más de lo que nos gusta reconocer. Los libros están ahí, muchas veces en nuestros propios anaqueles o en las mesas de exposición, esperando a que encontramos la llave que abre la caja del tesoro. Lo que hace que abramos un libro puede ser tan leve como el eco de una frase recién leída, un comentario escuchado de pasada, una conexion de ideas insospechada. Lo demás es tan sencillo y tan misterioso al mismo tiempo como que se produzca el vínculo entre escritor y lectora. 
   Gracias a su traductora Viktoria Leftérova, he tenido la fortuna de descubrir al búlgaro Yordan Radíchkov y su "Abecedario de pólvora". Y es de esos autores que se quedan contigo para siempre. 
  Publicado por Automática editorial, el libro llama la atención por la bellísima ilustración de portada de Natalia Zaratiegui. Es una portada que para el lector español sugiere tierras lejanas y frías, con pobladores de nombres míticos: cosacos, mongoles, tártaros... Nada más lejos, nada tan lejos. "Abecedario de pólvora" se sitúa al sur del Danubio y al norte de los montes Balcanes, en las tierras bulgaras que vieron nacer a Yordan Radíchkov (Kalimánitsa, provincia de Montana, 1929). Reconozco que, de los países del Sureste de Europa, probablemente Bulgaria es el más desconocido para mí. Sin embargo, tras leer los relatos de Radíchkov no puedo evitar pensar en mis abuelos paternos y en su familia, en las gentes que trabajaban la tierra, criaban animales y cuidaban ganado, conocían los oficios del hierro o construían sus casas con arcilla, piedra y madera. Y aunque mis abuelos no son búlgaros, sino de las montañas cántabricas, los personajes de Radíchkov me resultan cercanos como lector, me hablan directamente, como si no hubiera mediaciones.

Kalimánitsa, la aldea desaparecida bajo una presa donde nació Yordan Radíchkov

     Reto a cualquier lector español, que no proceda de tres generaciones de urbanitas, a leer "Abecedario de pólvora" para comprobar cuánta simpatía le brota hacia estos labriegos y artesanos de los Balcanes búlgaros. En el breve prólogo de Viktoria Leftérova se consigna una cita de un autor italiano que explica este fenómeno admirablemente: "Radíchkov no solo es un gran narrador individual, sino también es el representante de una gran cultura europea. Es el embajador perfecto para esta misión: si bien sus raíces se hunden en el pasado de Bulgaria, él es capaz de apelar a los corazones de los italianos, de los europeos, de la gente del mundo entero, y siempre ser correspondido."
   
Yordan Radíchkov
   Realismo mágico balcánico, dicen algunos para tratar de definir el estilo "Abecedario de pólvora". Ligado a la tradición de la narrativa oral del Este, dice Leftérova en el prólogo. Lo cierto es que Radíchkov es una especie de alquimista privilegiado que consigue mezclar en su crisol lo real y lo imaginado, permitiendo que no dejen de ser reconocibles pero que puedan aparecer con renovada perspectiva e infinitos matices. Y quizá bastarían tres infinitivos para describir sobre qué giran estos relatos: trabajar, comer y sobrevivir (al ejercicio del poder que siempre detentan otros). Es esta una triple experiencia a la que se ha dedicado el hombre desde tiempos inmemoriales y a lo que volvemos siempre, cuando empieza a caer la piedra que arduamente hemos subido por la pendiente. Y en estos tiempos por los que corremos, como gallos sin cabeza, con la piedra iniciando su descenso y amenazando con aplastarnos a todos, la mirada de Radíchkov conmueve y obliga a la reflexión. Sin ninguna épica, cargados de un humanismo fundamentalista, desplegando por igual ironía y ternura hacia esas criaturas que los pueblan, los relatos de Radíchkov tienen la virtud de descubrirnos que el mundo es ancho, pero quizá no tan ajeno, parafraseando a Ciro Alegría. Lo dice mejor el gran Claudio Magris y sus palabras sirven para terminar esta reseña en lo más alto: "Excava la sabiduría en el fondo del candor cotidiano, la inteligencia oculta bajo las apariencias de la simpleza, la locura poética disfrazada de sencillísimo sentido común y áspera tozudez, don Quijote disfrazado de Sancho Panza". 

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