Sobre la vida en la calle... en tiempos de cólera
EL HOGAR INFINITO, ÁLVARO GUTIÉRREZ MAESTRO. 451 EDITORES, 2012
En la época de la producción en masa de novelas, es comprensible que los
autores busquen puntos de vista narrativos originales. Es discutible
que tenga que ser así, pero da la sensación de que encontrar una voz
diferenciada es más importante que la historia que se pretende
contar. Si el relato está escrito desde la perspectiva de un muerto,
de una computadora o de un objeto que pasa de mano en mano, por poner
algunos ejemplos, parece que la novela empieza con ventaja en la batalla
por conseguir lectores. Sin embargo, quizá no sea necesario dar rienda
suelta a la imaginación para encontrar narradores originales. Un buen
ejemplo es El hogar infinito de Álvaro Gutiérrez, donde el relato corre a cargo de un vagabundo, un sin techo, de un hombre cuyo hogar es la calle.
¿Cuántas veces nos hemos preguntado cuánto hay de derrota en la gente que vive en la calle, de derrota de esa persona y de derrota del sistema que no
puede o no sabe o no quiere ayudar? ¿Cuántas veces nos hemos preguntado
cuánto hay de responsabilidad y cuánto de fatalidad en ese destino?
¿Cuánto hay de cierto en esa idea de que muchas de las personas que
viven en la calle lo hacen por voluntad propia? ¿Y cuánto de autoengaño?
El hogar infinito
no responde a esas preguntas, ni se espera que lo haga, pero sin duda
construye un discurso sólido cuya mayor virtud es que en ningún momento
atisbas los juicios y los sentimientos del autor sobre lo que sucede,
liberando así una voz auténtica, veraz y creíble. Álvaro Gutiérrez no te
obliga a sentir compasión por su protagonista y quizá por eso consigue
que sientas verdadero interés y emoción por su relato. Un relato que,
hay que decirlo, aunque está compuesto de múltiples capítulos de una
extensión más bien breve, y posee una estructura narrativa fragmentaria,
casi sinfónica, alcanza su cenit, como en las mejores novelas de
intriga en la última frase, en la última palabra.
Y quizá sea ventajista decirlo, quizá sea oportunista y un poco demagógico hablar de esto para recomendar El hogar infinito, pero conviene no olvidar que en los últimos dos años nuestras vidas giran cada vez más alrededor del paisaje de esta novela: la calle.
Y no sólo porque desde múltiples movimientos y diferentes sensibilidades se intenta recuperar la calle como el espacio de lo
común, sino porque cada vez más, desde esferas muy diversas de la
sociedad, se reclama una solución al problema de los desahucios, frente
al cual algunos actúan como si las consecuencias de un desahucio no fueran determinantes en la vida de las personas. Sobre la vida en la calle como una
condena, pero también como un lugar de última acogida, gira El hogar infinito de Álvaro Gutiérrez.
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