Por favor, permitidme que os cuente una anécdota de fútbol que vi el otro día en un documental y me fascinó. Ya, ya sé a que muchos no os interesa el fútbol, pero os aseguro que es una buena historia, entretenida y divertida, y que no os va llevar mucho tiempo. Se trata de uno de los sucesos más disparatados de la historia de este juego: el día que Graeme Souness recordó la toma de Constantinopla por el imperio otomano en 1453.
Os pongo en antecedentes: ¿quién es Graeme Souness? Pues dependiendo de a quién acudáis, parece que estemos ante dos personas distintas: por ejemplo, para Michael Robinson, ex futbolista del Liverpool, Souness fue uno de los mejores centrocampistas de todos los tiempos, el gran capitán, un mito del fútbol; en cambio para mi padre, madridista acérrimo, fue un leñero, un rompepiernas, uno de los peores asesinos que ha pisado un terreno de juego. Podemos encontrar datos que ratifican ambas tesis.
Los datos Dr. Jekyll: según la Wikipedia, Graeme Souness fue un centrocampista escocés, capitán de la selección nacional y del Liverpool mítico, el de los 70 y 80, con el que ganó, entre otros títulos, cinco Ligas, tres Copas de Europa[1] y cuatro Copas de la Liga. Jugó durante 12 años en la selección de Escocia. Como jugador-entrenador hizo grande al Rangers: ganó cuatro Ligas y cuatro Copas de la Liga escocesas. Posteriormente entrenó a equipos como el Liverpool, con el que ganó una Copa inglesa, o el Galatasaray, con el que ganó la Copa de Turquía en 1996.
Los datos Mr. Hyde: Souness suele ser número uno en los rankings de los jugadores más bestias de todos los tiempos. El periódico inglés The Sun le eligió el futbolista más duro de la historia. Sus innumerables candidaturas para "la entrada más terrorífica de la historia del futbol" se distinguen por haber sido siempre a propósito. Entre sus muchos apodos estaban 666 y Death Star[2]. Su talento para el fútbol y la violencia le convirtió en héroe nacional y Escocia le concedió el (dudoso) honor de ser la imagen durante años del refresco nacional, Irn-Bru (literalmente, "Brebaje de Hierro") con el lema "Ambos hechos en Escocia de vigas de acero".
La ida de olla futbolera más espectacular de todos los tiempos ocurrió el 24 de abril de 1996, en la vuelta de la Final de la Copa de Turquía entre los eternos rivales Galatasaray y Fenerbahçe[3]. El resultado del partido de ida había sido 1-0 a favor del Galatasaray. El ambiente ya estaba caliente antes del encuentro de vuelta en el Şükrü Saracoğlu, el campo del Fenerbahçe, debido a que de manera arrogante los aficionados del Fenerbahçe ya daban por hecho la obtención del título, dada la mala temporada del Galatasaray. Incluso estaba cuestionado su técnico, nuestro amigo Graeme Souness. Sin embargo, al finalizar los 90 minutos el Fenerbahçe solo había conseguido ganar por 1-0, por lo que hubo que ir a la prórroga. Y en el minuto 114, Dean Saunders, del Galatasaray, anotó el gol del empate provocando el delirio de los aficionados visitantes y la furia de los locales: la Copa era del Galatasaray. La boca del infierno se abrió en el Şükrü Saracoğlu.
El partido terminó, y fue entonces cuando, pese al ambiente que se estaba viviendo y lejos de contribuir a apaciguar los ánimos, Souness, en pleno arrebato hooligan, decidió echar más leña al fuego: en un acto de total provocación a la hinchada rival propio de un enajenado, se salió de la cancha para conseguir una gigantesca bandera del Galatasaray, volvió a entrar en el terreno de juego y la plantó a lo Iwo Jima en el círculo central. Fue la profanación absoluta del templo del Fenerbahçe. La afición gritaba rabiosa tratando de ingresar al terreno de juego para linchar a Souness, pero este salió corriendo y logró ponerse a salvo.
Por supuesto, Souness tuvo que enfrentarse a una causa penal. Su acción fue una locura, una incitación a la violencia, una irresponsabilidad absoluta; pero, reconozcámoslo, fue demencialmente brillante. Con ese simple gesto había creado un mito. Souness consiguió el amor eterno de los aficionados del Galatasaray (y el odio eterno de los del Fenerbahçe), que desde entonces lo llamaron Ulubatli Souness, por Ulubatli Hasan, el héroe turco que fue asesinado cuando plantó la bandera otomana en el final del asedio a Constantinopla en mayo de 1453.
La historia del fútbol está llena de fantásticas anécdotas como la de Souness, que han generado una particular mitología y mucha literatura. Dentro de la ingente cantidad de libros sobre el tema, hay dos que ya son clásicos y que quiero recomendaros especialmente: Fiebre en las gradas, de Nick Hornby, y El fútbol a sol y sombra, de Eduardo Galeano. Ambos son libros apasionados escritos por hinchas, pero son muy diferentes entre sí: mientras Hornby escribe una particular autobiografía a partir de su obsesión con el fútbol y con su equipo, el Arsenal, Galeano sintetiza en pequeños relatos ("pequeñas parábolas bíblicas", como las definió Manuel Rivas) todo el universo balompédico.
Si os gusta el fútbol, me bastan tres palabras para vosotros: tenéis que leerlos. Vais a disfrutar como niños. Si no os interesa, pero os gusta leer, dadles una oportunidad. Son libros muy bien escritos, inteligentes, entretenidos y divertidos. (Y por supuesto, leedlos si sois seguidores de estos escritores; algunas de sus mejores páginas están en estos dos libros.) Por último, si sois de esos lectores que desprecian el fútbol y a los futboleros, qué os puedo decir: sentíos libres de acercaros a ellos en Muga (a los libros, me refiero), hojeadlos, probad a leer alguna anécdota; no os van a morder (creedme, la mayoría de los futboleros tampoco). Quizá os sorprendan. A lo mejor incluso os hacen entender un poco por qué este juego absurdo e idiota apasiona a tanta gente, incluso a gente que, como los autores de estos libros, no son en absoluto idiotas. De todos modos, por si decidís hacer caso omiso de mi recomendación, aprovecho para pediros un pequeño favor: la próxima vez que nos oigáis a los del pan y circo hablar con vehemencia sobre fútbol, ahorradnos la sonrisa condescendiente o el comentario despectivo. Os lo agradeceríamos muchísimo.
[1] (la segunda, en el 81, al Real Madrid en París, con un gol de Alan Kennedy. Sospecho que esto podría explicar, al menos parcialmente, la aversión hacia Souness por parte de mi padre; todavía se cabrea al recordar el gol)
[2] Su legendario bigote, en combinación con su mala leche y su indiscutible liderazgo dio origen a otros famosos motes: Saddam y Stalin.
[3] Estos dos equipos comparten la ciudad con un tercero, el Beşiktaş, pero este es El Derbi. El Galatasaray representa a la clase acomodada y el Fenerbahçe a la clase media, pero lo que hace diferente este duelo es que se enfrentan dos equipos de una misma ciudad pero diferente continente: el Fenerbahçe está en el lado asiático de la ciudad y el Galatasaray en el europeo. ¡Europa contra Asia! Históricamente, se han producido todo tipo de altercados violentos entre las dos aficiones.
Aficionados al fútbol los hay en todos los ámbitos profesionales y muchos destacaron o destacan hoy día por su buen hacer y prestigio. Me refiero a ejemplos como el de Juan Cruz, Manuel Vicent, David Trueba, Vázquez Montalban, Rafael Azcona, Serrat, etc. etc. Acercaros a los aficionados al fútbol, que no mordemos a nadie y quizás os llevéis una grata sorpresa, porque si no hablamos de fútbol ...... no, por ello, permanecemos callados.
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